La felicidad está dentro de nosotros
Ser feliz es el gran anhelo del ser humano y por eso, la felicidad es un tema muy debatido. Infelizmente, gran parte de la humanidad vincula felicidad con la conquista de bienes materiales. Tener residencia lujosa y confortable, un automóvil del año, buen empleo o un alto cargo en la administración pública e en el sector privado son ejemplos significativos. Cuando no obtiene lo que desea, la persona se siente frustrada, infeliz.
Felicidad tampoco es ausencia de dificultades o los continuos reveses por los que todos pasan en la vida. Entonces, preguntamos: “¿Dónde está la felicidad?” Y respondemos, con absoluta certeza, que la felicidad está en el interior de la propia persona, pues es un espíritu en posesión de un cuerpo humano, y se revela en el buen cumplimiento de sus deberes, aquí entendidos como objetivos espirituales evolutivos, justamente aquellos planificados en el respectivo campo astral de estadio y ejecutados en el plano físico mediante el perfeccionamiento de los naturales atributos y del uso de las facultades espirituales elegidas para tal finalidad. En último análisis, la felicidad reside en la espiritualidad.
Sin embargo, la felicidad no debe ser vista como una creencia a ser abrazada con fe, sino una certeza basada en la convicción sobre la importancia del estudio de la espiritualidad, del conocimiento de las leyes evolutivas y de la aplicación de esas enseñanzas en la vida cotidiana, pues la persona que practica el bien, respeta a los semejantes y camina con rectitud por el camino de la honradez, es feliz, no importa si pasa por dificultades o si posee bienes materiales mas allá de los necesarios para la sobre vivencia. Problemas existenciales mal resueltos y ambiciones materiales no alcanzadas son dos fuertes motivadores para algunos considerarse infelices, en caso que no conozcan el valor de la espiritualidad que el Racionalismo Cristiano defiende en sus conceptos y principios.
Si la felicidad reside en la espiritualidad, ella no puede ser comprada, porque su alto valor moral no tiene precio. La felicidad es una conquista que requiere trabajo, dedicación y empeño de la persona que pretende ser mejor cada día al ligarse por pensamientos elevados a las Fuerzas Superiores y por consecuencia, beneficiarse de las corrientes vibratorias positivas que se cruzan en todas las direcciones por la atmósfera fluídica de la Tierra.
Evidencias de corrientes vibracionales desfavorables a recorrer el denso campo fluídico que envuelve la Tierra, son de las muchas dificultades por las que viene pasando la humanidad en los tres últimos años, haya visto la dura pandemia que alcanzó a todos, y que aun perdura por todos lados con más o menos intensidad y la manutención de una guerra por razones geopolíticamente, hechos que provocaron secuelas físicas y perturbaciones psíquicas en millares de personas, además de desequilibrios económicos y comerciales del ámbito global, que probablemente se prolongarán por mucho tiempo.
La sede mundial del Racionalismo Cristiano y las demás casas racionalistas cristianas también fueron alcanzadas por ese estado de cosas durante el periodo de mayor intensidad de la pandemia, cuando tuvieron que cerrar sus puertas al público. Pero,luego fueron encontradas soluciones inteligentes para mantener la unión de militantes y asistentes al ser promovidas actividades espiritualistas con el uso de tecnologías digitales, por iniciativa y bajo el liderazgo del presidente del Racionalismo Cristiano.
Al conmemorarse más un aniversario de la fundación del Racionalismo Cristiano en su ya secular existencia, además de destacar la facilidad con que las personas pueden conquistar la felicidad que procuran por estar dentro de sí mismos en caso abran la puerta de la espiritualidad en sus vidas, también queremos manifestar nuestra felicidad espiritual al constatar que la filosofía racionalista cristiana viene siendo divulgada y practicada de forma más amplia en actividades presenciales y virtuales, con el objetivo de fortalecer, esclarecer y espiritualizar un creciente número de personas en el ámbito local y mundial.
Traducido al español por Adelina González Bermúdez