Lectura del mes – febrero 2017

Cuando la humanidad sea consciente de que la muerte del cuerpo físico no interrumpe la evolución del espíritu en su eternidad, el esclarecimiento espiritual será completo, porque los seres humanos habrán aprendido que la desencarnación del espíritu es un fenómeno tan natural como es su reencarnación, en el continuo proceso evolutivo en mundos de escolaridad como la Tierra. Lo que llamamos muerte marca apenas la conclusión de una jornada y el comienzo de otra: cuando una persona fallece, algún tiempo después el espíritu volverá a encarnar en nuevo cuerpo humano, probablemente con esclarecimiento espiritual mucho mayor.

La sucesión de existencias o multiplicidad de vidas corpóreas de la individualidad consciente denominada espíritu define lo que es la ley de las reencarnaciones, una condición esencial a su progreso. Esa ley evolutiva natural e inmutable proporciona de forma justa y adecuada las mismas oportunidades de evolución a todos los espíritus.

Cuando el individuo se destaca por delimitar su vida en los principios y en la disciplina defendidos y divulgados por el Racionalismo Cristiano, cuando conoce de forma satisfactoria la doctrina espiritualista que advierte que es la violación de las leyes evolutivas el motivo frecuente de desequilibrios psíquicos y de desencarnaciones prematuras del espíritu, pasa, entonces, a tener el conocimiento de que la muerte no interrumpe la vida, como bien explica el libro que tiene ese título publicado por la Casa Jefe.

¿Si la muerte del cuerpo físico interrumpiese la vida espiritual, qué sería de los espíritus incumplidores de sus obligaciones al desencarnar? ¿Como repararían los errores cometidos durante sus existencias terrenas? De ahí la primacía real de la ley evolutiva de las encarnaciones, que posibilita a los espíritus corregir sus defectos y perfeccionar sus buenas cualidades.

Los espíritus de los mundos de estadio densos, opacos e intermedios precisan dar continuidad a la evolución espiritual y para eso se valen de la ley de las reencarnaciones. El Racionalismo Cristiano fue implantado en este mundo de escolaridad para explicar a los espíritus encarnados que no están en este planeta escuela para pasar el tiempo y sí, para aprovecharlo en la práctica del bien.

El día en que el esclarecimiento espiritual proporcionado por la doctrina racionalista cristiana llegare a más y más personas, estén seguros de que el conocimiento del aparente oscuro mundo de lo trascendente será mayor. El número de las casas racionalistas cristianas crece siempre: nuevos núcleos racionalistas cristianos son formados, correspondientes son abiertos, pero más tarde son elevados a la categoría de filiales. Hoy una nueva Casa surge aquí, mañana otra allá, y ellas van siendo implantadas por el mundo ininterrumpidamente. ¿con qué finalidad? Para esclarecer espiritualmente a los seres humanos, para que sepan vivir dirigidos para las cosas serias de lo cotidiano, y no solamente para los placeres que la vida reserva a los desconocedores de la espiritualidad.

Por tanto, aprovechen la estadía en este mundo, principalmente los que frecuentan las casas racionalistas cristianas, sean asistentes o militantes. Luchen con valor y coraje en el enfrentamiento de lo que la vida les reserva. El perdedor queda en el medio del camino, no sabe dar continuidad en este mundo de escolaridad a lo que se propuso hacer en su mundo de estadio. Sólo es vencedor quien no deja pasar el tiempo, quien no deja para mañana lo que puede ser hecho hoy. Después de la muerte del cuerpo físico, unos volverán al planeta escuela Tierra para dar continuidad a la evolución, mientras otros no precisarán más retornar, porque ya estarán preparados para nuevas experiencias en campos superiores de la espiritualidad.

Antonio Cottas

 

 

Los reflejos que llegan a la mesa de los estrados de las casas racionalistas cristianas autorizadas a realizar trabajos mediúmnicos pueden ser de pensamientos de los asistentes de las reuniones públicas o de manifestaciones de espíritus desencarnados que se encuentran en el astral inferior. Esos reflejos dan oportunidad a las personas presentes para que hagan una auto reflexión sobre los verdaderos valores de la espiritualidad y evalúen como son efímeras y pasajeras las cosas de naturaleza material propias de este mundo, las cuales, la mayoría de ellas, de mucha importancia en sus vidas.

Las personas bien intencionadas, que tienen valores elevados en el sentido del progreso, del bienestar individual, del bien querer a los semejantes siempre son bien intuidas y portadoras de buenos consejos, de los cuales muchos individuos no dan atención, ni siquiera escuchan.

Los individuos que albergan dentro de sí el miedo, la inquietud, la inseguridad, dificultando o mismo impidiendo el enfrentamiento de los problemas que la vida presenta a cada uno, acaban valorizando lo que no tiene ningún valor, como las supersticiones, las creencias y los presagios infundados. Envueltos por esas vibraciones de pensamientos y sentimientos negativos, viven de mal humor, son impacientes, no oyen a nadie, mucho menos a los parientes próximos, generan desavenencias en el seno familiar. La falta de esclarecimiento espiritual impide que ellos oigan a los bien intencionados que quieren ayudarlos con mensajes de advertencia positiva sobre los males por los que pasan, sobre el modo equivocado de proceder en sus vidas.

Es importante que los asistentes de las reuniones públicas realizadas en las casas racionalistas cristianas evalúen lo que oyen para que hagan un auto análisis de hecho, a fin de llegar al entendimiento de lo que realmente vale la pena poner en práctica en sus vidas y tengan un vivir tranquilo y armonioso, donde el cultivo del buen humor y la paciencia sean actitudes continuas para lidiar con los semejantes.

Todo esfuerzo debe ser hecho para tener pensamientos y sentimientos sin angustias e inquietudes, de modo que las personas entiendan mejor la vida al dar valor a lo que realmente valor tiene y dejen de lado las cosas de menor importancia y que sólo traen sufrimientos y angustias.

Por tanto, enfrenten las dificultades con la cabeza erguida y sin miedo, porque las adversidades aparecen para ser enfrentadas. Las personas victoriosas están prontas para superar nuevos obstáculos, porque la vida es así, llena de intranquilidad y bonanza, de victorias y derrotas. Son espiritualmente fuertes los individuos conscientes de sus deberes y de que vale la pena practicar el bien.

Humberto Rodrigues

Traducción al español por Adelina González