El camino hacia la evolución espiritual es largo, pero no es necesario apurarse
El estudio de la espiritualidad defendido por el Racionalismo Cristiano, amplía la consciencia de las personas para la realidad de la vida, a fin de que puedan entender de hecho las situaciones por las que pasan, sus orígenes, las posibles soluciones y las respectivas consecuencias, sin temores, indecisiones o precipitaciones, que siempre llevan al fracaso.
El camino de la evolución espiritual a transitar por los seres humanos en la Tierra es larga, muy larga, no teniendo, por lo tanto, la necesidad de apurar los pasos en esa extensa caminata, al contrario de lo que varias personas que llegan a las casas racionalistas cristianas quieren al pensar que pueden acabar con las incomodidades de la vida de la noche para el día, pues no es así que las cosas funcionan cuando son contrariadas las trascendentes leyes evolutivas a que todos están sujetos.
La personalidad del ser humano es la sumatoria del bagaje evolutivo de vivencias pasadas y acumuladas en su cuerpo fluídico, de la educación recibida de los padres, del aprendizaje alcanzado en los bancos escolares y de las lucha del día a día por la sobre vivencia en la existencia en curso. Luego es un proceso continuo de aciertos y errores del espíritu en posesión de un cuerpo humano al cumplir o ignorar, tres leyes evolutivas: la de las múltiples existencias, la de atracción y la de causa y efecto.
Siendo así, los seres humanos tienen hábitos, costumbres, tendencias, gustos, inclinaciones y temperamentos muy desiguales, todo adquirido a lo largo de sus trayectorias evolutivas en muchas y muchas existencias en la Tierra. Entonces, preguntamos: “Cómo podrán modificar para mejor todas esas diferentes características de la noche para el día?” Respondemos: “es imposible eliminar de una hora para otra lo que ha sido acumulado de mal a peor en el cuerpo fluídico hace bastante tiempo.”
En vista de eso, lo que resta hacer es poner en práctica la virtud de la paciencia. “Paciencia es talento para resistir y vencer”, dice un proverbio. Saber esperar es raciocinar con acierto, reprimir los arrebatos, prepararse para accionar con buen sentido en el momento oportuno. Es importante que las personas tengan esa conciencia, pues lo que no se consigue hoy, se consigue mañana y así por delante.
Por lo tanto, no tengan prisa. Hagan de la auto reflexión un hábito, preferentemente antes de la limpieza diaria de la mente. Anoten lo que más les incomoda en la personalidad, como, por ejemplo, las actitudes inadecuadas que generalmente toman al lidiar con las personas en el núcleo familiar, en el ambiente de trabajo y en las relaciones en general, entre tantos otros comportamientos indebidos que ciertamente está en el subconsciente. Hecho eso, prioricen lo que es más urgente para cambiar, con calma y sin prisa, pero, siempre atentos a lo que programaron y diariamente realizan.
Por eso, repetimos: tener paciencia en el transcurso de la vida es de gran importancia para el crecimiento evolutivo. Sabemos que el perfeccionamiento de ese atributo espiritual es difícil para mucha gente, especialmente para los jóvenes, con su natural prisa en descubrir el mundo que buscan. Pero, es posible poner en acción la paciencia si todos fuesen persistentes en lo que anhelan de mejor para sus vidas.
Traducido al español por Adelina González Bermúdez