DOCTRINACIÓN DE LUIZ DE MATTOS
Hay muchas maneras de tener autoridad, y ni siempre las personas saben ejercerla. No es siendo déspotas, opresoras, que muestran autoridad.
Quien tiene personalidad equilibrada sabe liderar, no se torna un autoritario. La vida no admite autoridad despótica.
La vida exige que todos tengan noción del deber y cumplan ese deber de manera sensata, pues a la fuerza no se consigue cosa alguna. No obstante, muchas personas creen que sólo por la fuerza pueden obtener lo que desean.
Hay seres impetuosos, autoritarios, tiránicos; y también están los ponderados, los obedientes y los subalternos. Son virtudes y defectos de educación, hábitos adquiridos durante la vida, y que todos deben reconocer.
El autoritario confunde subordinación con obediencia y respecto mutuo. Encuentra que todos deben ser subordinados a los desmandes que practica, siempre reaccionando de manera nociva cuando es contrariado. Sin esa percepción no puede accionar de forma responsable y justa, ya que es preciso tener noción de justicia, ser imparcial al ejercer la autoridad, lo que viene haciendo mucha falta entre los seres cometidos de esa responsabilidad.
Si todos tienen defectos, también todos tienen cualidades. En general, quien es injusto sólo ve defectos en el semejante, no percibe las cualidades. Es necesario contrabalancear ambos, para ejercer la verdadera justicia.
Si los seres humanos supiesen vivir como orientamos, si fuesen comedidos en sus acciones, no habría revoltosos, no habría desinteligencias, que surgen justamente de los choques provenientes de defectos de educación. Todos deben trabajar, pues nadie vino al mundo para tornarse un ser indolente. Así siendo, todos pueden ejercer autoridad con delicadeza y comedimiento, como deben obedecer las decisiones tomadas, cuando son sensatas, correctas y justas. El Racionalismo Cristiano hace largos años viene esclareciendo a la humanidad, para perfeccionar su condición espiritual. La persona irritada, exaltada, es candidata al desequilibrio síquico, a la obsesión. La irritación sólo perjudica al individuo, sólo perturba el ambiente en que se encuentra. Por lo tanto, sean comedidos, sensatos, verdaderos y justos.
Es lo que recomendamos.
DOCTRINACIÓN DE ANTONIO COTTAS
Somos enteramente a favor del diálogo. Percibimos que en muchos hogares y en ambientes de trabajo hay falta de comunicación entre las personas. En la mayor parte, adoptan el mal hábito de la discusión, y nadie se entiende. Supuestamente encuentran que aquel que habla más alto comanda la situación.
Con ese procedimiento, se envuelven en una vibración negativa, atrayendo malas influencias, haciendo con que las ofensas sean cada vez mayores y el entendimiento quede de lado. Es preciso crear el hábito del diálogo. Cuando sintieren que el momento no es adecuado, por estar los circundantes irritados, cuando no hubiere disposición para la conversación amigable y fraterna, procuren mantener la calma, eviten la discusión, dejando el esperado entendimiento para ocasión más oportuna.
En el período de esclarecimiento espiritual, después de la limpieza síquica realizada en las reuniones públicas, aconsejamos a los asistentes que comparecen a nuestras Casas con problemas en el hogar o en el trabajo, en busca de lenitivo para sus males, que precisan tener primordialmente calma, serenidad para resolver los problemas.
Sabemos que en muchas situaciones la persona todavía no habituada con los principios de esta Doctrina, u olvidada de ellos, siente dificultad en controlarse. Por accionar así, surgen alteraciones acaloradas, muchas veces llegan a los hechos en ciertas discusiones. Los espíritus obsesores se aprovechan de esos momentos de flaqueza y hacen la desgracia de mucha gente. Pero, con determinación y fuerza de voluntad, pasará a mantener control sobre sus actos, no dará oídos a aquellos que quieren discutir, sabrá callar en el momento cierto, sin encontrar que así procediendo se humilla delante los otros. Hará del diálogo su arma.
Aconsejamos siempre que estén vigilantes a los pensamientos y a las acciones. Aconsejamos también que, prestando atención a lo que oyen, procuren colocar en práctica nuestras orientaciones en su vivir.
Por lo tanto, no pierdan tiempo. Estudien los libros editados por el Racionalismo Cristiano, para familiarizarse más con los principios doctrinarios, conociéndose mejor. Sabrán como proceder en lo cotidiano, como tener buen sentido en cualquier situación.