Los seres humanos en general reclaman con mucha frecuencia de ciertas cosas que suceden por el mundo: del costo de vida, de la falta de tiempo, de las incomprensiones e injusticias, de los fenómenos naturales y conflictos bélicos, como también de los consecuentes perjuicios que todo eso causa en sus vidas. Los que reaccionan de esa forma generalmente están ligados apenas a los aspectos materiales del vivir, pues dicen repetidas veces no conseguir lo que desean porque nada da cierto en el día a día y así por delante.
Por otro lado, las personas que recurren al aspecto espiritual de la vida perciben la belleza de la presencia de la Fuerza Creadora a incitar y movilizar la materia organizada, desde la más simple, como es un organismo monocelular, al organismo más complejo, el cuerpo humano, la estructura desarrollada por la Inteligencia Universal compuesta por órganos y sistemas para funcionar en total armonía, y de la cual se vale el espíritu para su continuo aprendizaje en el mundo de escolaridad Tierra, con el fin de alcanzar mayor evolución.
Los escépticos olvidan de que al lado de las incomprensiones y malentendidos que observan alrededor del mundo, también existen bellas iniciativas por parte de aquellos que se dedican a las causas consideradas muy relevantes, como la protección del medio ambiente o de la defensa de los grupos sociales excluidos de sus derechos básicos por discriminaciones y preconceptos de toda naturaleza.
Los escépticos ni siquiera saben de la existencia de personas que se destacaron en el transcurrir de la historia al dejar marcas indestructibles de éxito con sus trabajos dirigidos para el progreso de la humanidad, sea en el ámbito material o en el espiritual, entre las cuales podemos mencionar las dos grandes filósofos de la antigüedad, que formularon pensamientos analizados y discutidos hasta los días actuales por estudiosos que buscan respuestas para el origen de la existencia humana, o de los constructores de grandes monumentos en épocas que la ingeniería no contaba con la tecnología que existe ahora, por ejemplo de las pirámides egipcias, o, aun, las de mujeres y hombres que se convirtieron en hitos de la mecánica, dada la invención de la máquina a vapor, o en medicina, con el surgimiento de la penicilina y el conocimiento de la genética humana, además de sin números de iniciativas y descubrimientos hechos a lo largo del tiempo en todos las ramas del conocimiento.
¿Cómo explicar la existencia de luminarias destacadas de la inteligencia humana como fueron entre tantos otros, Jesús, Confucio, Martín Luther King jr. y Luiz de Mattos, que legó a la humanidad el Racionalismo Cristiano? ¿Cómo entender el pasaje por este mundo de personas con tanta grandeza evolutiva si no fuera a la luz de la espiritualidad? ¿Serían seres humanos privilegiados, mejores que los demás? ¡Claro que no! Apenas estaban espiritualmente más adelantados en el individualizado trayecto evolutivo, o sea detentaban más sabiduría por mérito propio en sus últimas vidas en la Tierra.
Siendo así, todos deben contribuir dentro de lo posible con su parte de trabajo para las iniciativas constructivas y progresistas que sean relevantes para la humanidad. El auto perfeccionamiento espiritual con esa finalidad ciertamente conduce a los seres humanos a los elevados campos vibracionales de la evolución, pues este es el objetivo de quien está en este mundo.
Traducido al español por Adelina González Bermúdez