Lectura del Mes – Agosto 2023

“Esté preparado porque el camino evolutivo no siempre es recto y llano”

El ser humano, en condición de espíritu en posesión de un cuerpo físico en el mundo de escolaridad Tierra, como así el Racionalismo Cristiano lo califica al planeta, tiene elevada responsabilidad no sólo con su evolución, sino, también, con la evolución de la propia humanidad, aquí considerada como un todo a recorrer el camino del progreso material y del crecimiento espiritual.

El hombre y la mujer son seres sociales e interaccionan de forma intensa en todos los sectores de la vida. En esas interacciones físicas, psíquicas, familiares, profesionales, entre tantas otras, surgen dificultades, reveses, abatimientos emocionales que objetivan, tan solamente, proporcionar algún aprendizaje al género humano, despertarlo para algo que ha sido olvidado en su camino evolutivo en la existencia en curso.

Por eso, siempre afirmamos que es el propio ser humano el responsable por sus sufrimientos en la mayoría de las veces, salvo los que escapan a su dominio, como guerras, calamidades públicas, pandemias y cataclismos geológicos. Sabemos que nuestra afirmación puede sonar de manera muy dura en el alma de quien pasa por algún sufrimiento, provocando indagaciones del tipo: “Será que merezco tanto sufrimiento en razón de mis errores?” A quien tiene esa duda, también afirmamos que la respuesta será ciertamente equivocada, como son habitualmente equivocadas las soluciones de los problemas transcendentales de la vida por parte de quien desconoce la espiritualidad.

Igualmente se equivoca la persona que pasó por un sufrimiento consecuente de un error cometido por alguien al decir que en adelante será más egoísta -primero yo, después los otros-, porque las dificultades que surgen en la vida de los seres humanos, quien quiere que sea, sirven para transformarlos en personas mejores al cambiar un sentimiento individualista por el mirar dirigido para el bien de la colectividad.   

Entonces, de forma simbólica, entiendan la vida de los seres humanos y el proceso evolutivo en que están insertos como un largo sendero por el cual, de forma lenta y progresiva, todos caminan en la dirección de los objetivos que planificaron en los respectivos campos espirituales de estadio evolutivo, valiéndose de los recursos materiales disponibles en el ya mencionado mundo de escolaridad Tierra.

En ese contexto metafórico, las personas que pasaron a caminar primero por la ruta evolutiva están mas adelante, bien próximas de sus objetivos, en cuanto otras caminan aun distantes del punto de llegada, porque comenzaron a andar por ella más tarde. Durante el transcurso, hay días soleados y noches de luna, hay trechos llenos de flores perfumadas y pájaros cantores, como también existen largas distancias muy áridas, mucho frio y grandes tempestades.

Sin embargo de forma alegórica, podemos decir que el camino evolutivo ni siempre es recto y llano, pues aparecen de vez en cuando muchas piedras y bifurcaciones. Los transeúntes que tropiezan en ellas o se encaminan por esos caminos tortuosos retardan el viaje y pasan por dificultades. Por lo tanto, cuando una persona escoge un camino pedregoso y lleno de senderos, ella ciertamente comete errores que causan sufrimientos, al paso que la preferencia por el camino recto y llano facilita el grato de acierto evolutivo.

Solo el esclarecimiento espiritual posibilita al ser humano tomar el mejor camino para su crecimiento evolutivo, pues el aprende a lidiar con las leyes evolutivas, siente la fuerza del pensamiento bien vibrado, conoce la importancia de la disciplina en el vivir y de los beneficios de la práctica del bien en cualquier circunstancia.

Por lo tanto, estudien la espiritualidad defendida por el Racionalismo Cristiano en sus conceptos y principios, evalúen lo que la escuela de la vida revela en los momentos de auto reflexión, busquen en el subconsciente los valores ya conquistados en las vivencias anteriores y ciertamente escogerán el mejor camino evolutivo al colocar en práctica en el día a día esos conocimientos, esas virtudes.

Traducido al español por Adelina González Bermúdez