Lectura del mes – mayo 2013

Podemos ser repetitivos, pero siempre afirmaremos que el ser humano debe conocerse como Fuerza y Materia, así como de Fuerza y Materia está compuesto el Universo, afirma el Racionalismo Cristiano. En el instante en que el individuo pasa a conocerse como espíritu, una partícula inmaterial y eterna de ese Principio Inteligente a dar vida al cuerpo humano, constituido de materia densa, inerte y amoldable, el percibe lo que puede atraer para junto de sí con pensamientos buenos o malos y con formas de igual tenor salidas de la imaginación. Esas vibraciones espirituales se propagan como ondas y quedan registradas en la materia fluídica de que es dotado el Universo, siendo conocidas por otros espíritus desde cuando son emitidas. Siendo así, el ser precisa dirigir sus pensamientos en el sentido de la práctica del bien. Para tanto, es necesario que se conozca por medio de la autorreflexión, para entender el porqué de las cosas que no dan cierto en su vida.

Los principios racionalistas cristianos son tan amplios en cuanto el aspecto espiritual de la Vida del Universo que la imaginación humana puede concebir. Quien tiene la facultad mediúmnica de la videncia consigue observar el alcance de los trabajos espiritualistas desarrollados en cualquiera de las casas racionalistas cristianas, especialmente los de la Casa Jefe y filiales cuando reúnen las condiciones disciplinarias exigidas para la práctica mediúmnica.

En reunión pública, la persona esclarecida siente en lo íntimo el fortalecimiento espiritual alcanzado con la limpieza síquica, absorbe las enseñanzas proporcionadas por el presidente en la cabecera de la mesa del estrado y se retira del recinto revigorizada con la doctrinación que oyó del Presidente Astral de la casa racionalista cristiana que frecuenta.

El asistente aún ligado a malas costumbres no percibe de inmediato los beneficios espirituales de las primeras reuniones públicas a que comparece, y continúa creyendo que ciertas particularidades de su personalidad son propias de su modo de ser aunque ellas no pasen de manías.

En el momento en que el asistente tiene consciencia de su composición astral y física, el percibe que las manías y los malos hábitos conservados en nivel mental inconsciente provocan situaciones emocionales desagradables, tales como sentimientos de angustia, desilusión y hasta de desamor, al exigir afecto de quien nada recibe de su parte.

Al entrar en una de nuestras Casas, el asistente puede tener certeza de que ingresó en una escuela de alta espiritualidad. En caso se proponga estudiar la doctrina racionalista cristiana, ganará en el transcurrir del tiempo mayor evolución espiritual y más progreso material, porque colocará en práctica lo que aprendió en las reuniones públicas, oyendo explanaciones de doctrinadores y espíritus del Astral Superior en sus manifestaciones mediúmnicas, como también el leer los libros editados.

El esclarecido reconoce de inmediato cualquier error que cometa y lo elimina del cuerpo fluídico con su energía. El individuo espiritualmente bien asistido conquista nuevas amistades, pues todos gustan de su presencia. ¿Quién no se siente bien al lado de persona que sabe ser tolerante y comprensiva? No siendo egoísta, procura dividir la propia felicidad.

Por tanto, siendo el aspecto espiritual de la Vida del Universo mucho más amplia de lo que las personas pueden presenciar, es necesario que todas tengan consciencia de eso y cambien los malos hábitos corrigiéndolos con la práctica cotidiana de los principios racionalistas cristianos y de sus normas disciplinarias.  Conquistarán salud física y síquica, progreso material y bienestar espiritual, como también la felicidad que merecen.

Antonio Cottas

 

 

Coraje es virtud que el espíritu precisa traer de su mundo de preparación al encarnar, entre tantas otras que moldean y enriquecen el carácter del ser humano. Es necesario tener coraje para enfrentar con valor, dignidad y honestidad los innúmeros problemas que la vida cotidiana presenta.

Cuando decimos que la persona debe tener coraje, no es para enfrentar físicamente a alguien que se oponga al modo de pensar y accionar, sino para comprender al semejante como una individualidad, con particularidades que lo distingue de los demás individuos y testifican su grado de evolución espiritual.

Cada individuo piensa y acciona de manera a diferente. Comprender a los semejantes y ser tolerante no imponiéndo la propia voluntad son actitudes de buena convivencia. Errar todos yerran, aunque sea aconsejable errar lo menos posible, para beneficio de la propia evolución. El ser humano tiene los atributos y las facultades espirituales como herramientas necesarias al enfrentamiento de cualquier situación con que se depare en el inmenso sendero evolutivo.

Acoger el miedo en lo íntimo es marca de atraso espiritual. Miedo e imprudencia son comportamientos extremos, en cuyo punto medio está el coraje, para pensar bien y accionar. Quien bien piensa, quien valoriza lo que hace, nada temerá, porque pensamientos valerosos y acciones dignas tienen mayor poder de lo que puedan imaginar.

Quien acciona con valor y coraje no tiene lo que temer. El miedo hace con que muchas personas no enfrenten situaciones que juzgan incapaces de vencer. Puro engaño de las que no confían en sí mismas, en la capacidad que el ser humano tiene al enfrentar cualquier situación adversa, pues la virtud del coraje aliada al atributo de la voluntad resuelven cualquier problema, por peor que sea, pueden tener certeza de eso.

Los temerosos deben olvidar su pasado. Guarden en el mental conscientemente apenas las lecciones aprendidas con las experiencias ruines que eliminaron del nivel inconsciente. Lo que importa es el futuro promisor lleno de coraje.

El Racionalismo Cristiano siempre orientará a los estudiosos de la espiritualidad y a la dignísima asistencia de las reuniones públicas realizadas en nuestras Casas, en el sentido de que se esclarezcan, que entiendan la Vida del Universo en su aspecto amplio y constructivo, para que puedan tener una idea lógica del Todo Universal y sepan vivir con sabiduría. Sabiduría es encarar la vida con criterio, valor, equidad, coraje, dignidad, celo, honestidad, comedimiento, fidelidad, respeto, veracidad y buen sentido. La persona que tuviere esa extensa serie de virtudes será portadora de carácter digno de admiración y estará espiritualmente bien asistida, pues siempre recibirá efluvios del Astral Superior.

Humberto Rodrigues

 

Traducción al español por Adelina González