Lectura del mes – setiembre 2017

 

Ciertos estados del alma tienen su razón de ser. Cuando la angustia o la tristeza se apoderan de una persona, muchas veces sin ninguna razón aparente, esa forma sutil y suave de desequilibrio síquico revela, su profundidad real, que es el abatimiento del espíritu, la tan conocida depresión. ¿Y cómo levantar el ánimo de ese espíritu atormentado, si no hay como observarlo por ser inmaterial? A muchos individuos les cuesta aceptar esos casos como siendo una modalidad de perturbación síquica. Siendo así, sólo ellos mismos pueden reaccionar a ese estado de abatimiento moral.

Si todos estudiasen la vida fuera de la materia física, muchos estados sutiles de desequilibrio síquico, tanto periódicos como permanentes, serían mejor comprendidos, porque la mayoría de las personas desconoce la influencia de la mala asistencia de espíritus del astral inferior, que no consiguen ver ni palpar, pero que existen. El ser humano es un espíritu encarnado que se reciente de los ambientes síquicamente perturbados, que sufre las consecuencias a veces imprevisibles de lo que ocurre a su alrededor. En el caso que no tenga energía anímica suficiente para enfrentar ese contexto desfavorable, se siente fracasado e infeliz.

Hay individuos para los cuales todo podría ser más fácil, pero tornan las cosas difíciles en razón del temperamento, del modo particular de ver y sentir los hechos de la vida, del uso inadecuado del libre albedrío. Temperamento débil contraría lo que es racional, conduce al desgaste síquico.

Nadie puede forzar a una persona a modificar su temperamento, pero orientar, haciéndole sentir la necesidad de grabar en el alma un nuevo modo de vida, porque es posible educar al espíritu, mismo después que el cuerpo físico alcanzare la fase adulta. Quien es voluntarioso, irascible, indeciso o indiferente, debe reeducar la personalidad, porque sólo así encontrará la paz de espíritu. El temperamental torna difícil la convivencia diaria, porque no sabe contemporizar vivencias, apenas el yo egoísta.

Los seres humanos poseen un yo, que existe escondido en el fondo del alma. Ese yo, que todos defienden, se externa por la buena voluntad o de forma intempestiva. El yo inoportuno es perjudicial, mientras que el yo conveniente es saludable al espíritu. Luego, la re-educación de la voluntad, el dominio del temperamento es una necesidad. Hay individuos que sufren, y mucho, por culpa de su temperamento, porque ven todo de forma difícil, porque dramatizan todo, y dramatizar la vida es contraproducente. Las personas que acumulan errores en el cuerpo fluídico son infelices. Por eso, es preciso amenizar las angustias de la vida sabiendo adaptarse por medio del raciocinio calmo y lúcido. Lo que no tiene remedio, remediado está, dice un proverbio popular. Aí, es aceptar las cosas como ellas se presentan. Ese es el deber de la persona esclarecida por los principios racionalistas cristianos.

Ser feliz o infeliz depende de la propia persona, pues ella es capaz de conquistar la felicidad o se deja envolver por el infortunio, cuando da un puntapié en lo que podrá traer buen éxito en la vida. Son hechos que se observan en el día a día, son casos que deben ser analizados por los estudiosos de la espiritualidad.

El Racionalismo cristiano enseña a los seres humanos como resolver los problemas de la existencia. Una de las finalidades de las casas racionalistas cristianas es el esclarecimiento espiritual, porque la persona esclarecida está apta a enfrentar el vivir terreno. No adelanta reclamar de la vida, no adelanta ver los defectos de los otros sin mirar a si mismo. Adelanta, si, dar el descuento que debe ser dado a ciertas personas y las cosas que hacen, pues cada una tiene su grado de desarrollo espiritual. Al despreciar lo mal hecho, se libran de lo que pueda perturbar al propio espíritu.

Siempre decimos que la persona que no sabe enfrentar la lucha por la vida, que trae beneficios espirituales, es una eterna infeliz. Nada de lo que pueda poseer de naturaleza material le traerá alegría, pues aun no encontró el camino de la espiritualidad. Queremos que todos comprendan la vida en su aspecto amplio y constructivo, que acepten lo que ella tiene de bueno y desprecien o que tiene de negativo.

Luiz de Mattos

 

Para que las personas accionen con sensatez en lo cotidiano es preciso que estudien el propio comportamiento, principalmente su modo de pensar y verifiquen si construyen algo bueno en sus vidas o apenas se dejan llevar por el sentido común, siguiendo la rutina diaria como hace la mayoría, sin prepararse para la verdadera vida , que es la vida espiritual.

Es muy importante que todos evalúen cada momento de su vivir. Es lógico, perceptible y esperado que la vida moderna sea apresurada para la mayoría de las personas, principalmente para las más jóvenes, que sienten el natural impulso de todo hacer a las apuradas. Todavía, es preciso que en cualquier edad haya un momento diario dirigido para la auto reflexión. El análisis profundo de los hechos que ocurren en el día a día hace con que haya mayor éxito en los emprendimientos, desde los pequeños a los grandes hechos. Pensamiento bien elaborado, raciocinio lúcido y fuerza de voluntad usada como palanca del triunfo tornan mayores oportunidades de acierto.

Auto análisis requiere estudio de la espiritualidad, bajo el punto de vista del Racionalismo Cristiano. Siendo así, estudien la Doctrina lo máximo que pudieren, a fin de que fortalecidos espiritualmente, vivan con satisfacción, queden alegres por realizar sus proyectos con responsabilidad, porque serán mayores los resultados satisfactorios y menores las dificultades encontradas. En caso que no tengan el empeño de dedicarse con atención en lo que hacen, las consecuencias pueden ser ruines. Ahí tendrán que cargar con el fracaso, y nadie quiere ser un fracasado.

Ciertas personas se sienten frágiles muchas veces, creen que no tienen fuerzas para superar sus dificultades. Sentimientos de debilidad espiritual deben ser cambiados por sentimientos de valor. Si hay dificultades, procuren lidiar con ellas seguros y confiados en sus elevados pensamientos y en la inquebrantable fuerza de voluntad que todos tienen latente en lo íntimo. Así accionando, encontrarán mejor solución para los problemas cotidianos.

Humberto Rodrigues

 

Traducción al español por Adelina González