Nadie es mejor o peor
Los seres humanos, sin excepciones, tienen obligaciones a cumplir. Los que piensan lo contrario, por considerar inútil o innecesario el cumplimiento del deber, pierden tiempo en su progreso material y su evolución espiritual. Las personas honradas dan gran importancia a los compromisos que asumen. Asumir obligaciones y cumplirlas con responsabilidad es condición natural de la vida y una necesidad física y espiritual del individuo, que no está en este mundo para ser indolente, para mirar la vida alrededor ajeno a lo cotidiano que exige su presencia activa.
Si todos están en este mundo para hacer su evolución espiritual mediante el uso adecuado de las condiciones materiales que el planeta ofrece, que la hagan con disciplina y buena voluntad, estudiando con atención el lado trascendente de la vida, trabajando con alegría y satisfacción, para tener el placer de cumplir con éxito las obligaciones que la vida impone a cada uno.
Hay personas que se rebelan con todo lo que les sucede, pues creen que están al margen de la vida, se sienten inferiores en relación a los semejantes. Nadie es inferior a quien quiera que sea, pues todos tienen los mismos atributos espirituales, unos más mejorados, otros menos, porque dependen del uso que hagan de sus facultades también espirituales, como el libre albedrío, las vocaciones y tantas otras habilidades.
Quien se juzga inferior sólo conquista infelicidad con sus pensamientos negativos. Todos pueden demostrar valor con su trabajo y buen desempeño profesional, reveladores del bagaje espiritual que cada uno posee y de la instrucción ya alcanzada. Luego, de acuerdo con las posibilidades personales, pueden ser útiles a la sociedad al colaborar para el bien común, pueden también conquistar la felicidad individual que procuran.
Hay mucha gente que procura la felicidad donde no puede ser encontrada, a pesar de estar más cerca de lo que piensa estar, porque se encuentra en el interior de la propia persona. Y, para conquistarla, basta proceder con elevación y valor, pues son los pensamientos elevados dirigidos para el bien y el valor adquirido por el estudio del vasto campo de la espiritualidad, por el rigor del trabajo cotidiano y por la disciplina en los procedimientos que componen la verdadera felicidad: la tranquilidad interior que la satisfacción del deber cumplido proporciona.
La lucha cotidiana por la supervivencia -siempre repetimos- es la vida que el ser humano enfrenta en busca incesante de su evolución espiritual en la Tierra. Entréguense, entonces, a esa lucha que dignifica al espíritu, pues no hay quien no la tenga. Pero, con perseverancia y voluntad, que dan brillo a la personalidad, y sin deslealtad, orgullo y vanidad, que desmerecen al carácter.
Orgullo como amor propio exagerado es un sentimiento humano enemigo de la buena convivencia. Nadie tiene motivo para alimentar soberbia por creerse superior al semejante. Aunque, el orgullo por ser un buen profesional demuestra altivez de carácter, porque refleja la alegría interior de cumplir bien los deberes y ayudar a quien se beneficia con su trabajo honesto, honrado y productivo.
Vanidad, por su turno, es perjudicial en cualquier sentido y denuncia falla de carácter. Nada como la simplicidad, por más alta que sea la posición social o profesional. Las personas simples tienen el poder de irradiar simpatía y confianza en su entorno.
En cuanto a errores, todos los pueden tener en la vida, porque no hay seres humanos perfectos. Lo que no deben, nunca, es cometer errores intencionales. Si se equivocan, asuman valientemente la responsabilidad por las faltas cometidas y procuren repararlas inmediatamente, evitando nuevos desaciertos. Sólo así, sentirán paz de espíritu en sus consciencias.
Estudien, trabajen, tengan disciplina en el vivir, y darán pasos ciertos y seguros en el caminar evolutivo si dejaren el orgullo y la vanidad de lado. Quien procede así conquista la felicidad que procura por la manera sensata, juiciosa y laboriosa como encara la vida. La felicidad que la consciencia tranquila del deber cumplido proporciona se torna más amplia cuando se es justo, ponderado y moderado, cuando no se hace mal a nadie, cuando se practica el bien para sí y para el semejante.
Luiz de Mattos
Viva bien unido en la espiritualidad
En las casas racionalistas cristianas siempre se aconseja que es preciso saber vivir. Saber vivir no es solo formar un hogar, constituir familia, trabajar y conseguir recursos materiales y financieros para sustentarla con provecho y dignidad. Pese a la importancia de ese ejemplo, poco representa delante del Todo Universal.
Saber vivir en el contexto trascendente de la vida es volverse para la espiritualidad defendida por el Racionalismo Cristiano, filosofía de vida divulgada y practicada en nuestras Casas y bien explicada en los libros editados por la Sede Mundial. Saber vivir es estudiar, tener disciplina y trabajar como factores de progreso material y crecimiento espiritual. Sólo el esclarecimiento torna a los seres humanos libres para pensar y accionar, conocedores y conscientes de que son capaces de alegrarse con el suceso o desanimarse con el fracaso, dependiendo de la forma como vibran sus pensamientos y el uso que hagan del libre albedrío.
En relación a los cuidados de naturaleza espiritual, es necesario que las personas eduquen los pensamientos, elevándolos a las Fuerzas Superiores, para que tengan buena asistencia espiritual y puedan aflorar del subconsciente los objetivos espirituales planificados en campo astral, a fin de concretarlos en este plano físico con perseverancia y determinación. Es igualmente necesario que mejoren continuamente el carácter, siendo honestas, leales, solidarias y tolerantes con los semejantes, cualidades morales que engrandecen la personalidad que no se subyuga a terceros y se destaca en el medio social por sus actos moderados, ponderados y justos.
En cuanto a las obligaciones de orden material que los seres humanos deben tener en la mente se incluyen los cuidados con el cuerpo físico, esa delicada máquina orgánica concebida por la Inteligencia Universal y utilizada por el espíritu para procesar su evolución en la Tierra. Hábitos alimentares saludables y ejercicios físicos continuos son tan estimulantes para la salud física tanto como son dañinos los vicios de cualquier naturaleza. Para tener salud integral, tanto física cuanto mental, es importante que todos hagan la limpieza psíquica diaria, esa higiene tan necesaria en este mundo con aun densa atmósfera fluídica debido al materialismo que rodea gran parte de la humanidad.
Así, procuramos resumir lo que consideramos ser para cualquier persona vivir bien, aprovechando de forma satisfactoria la existencia en este mundo. Conquistar suceso en todos los emprendimientos al cumplir los deberes con honradez, simplicidad y humildad revelan trazos de carácter bien formado del ser humano, también contribuyendo para el progreso de los semejantes sensibles a los buenos ejemplos observados.
Humberto Rodrigues
Traducido al español por Adelina González Bermúdez