Lectura del mes – enero 2014

DOCTRINACIÓN DE LUIZ DE MATTOS

La educación para el trabajo es una necesidad imperiosa en los días que corren. Es preciso que las personas se convenzan de que el trabajo hace bien a la salud, dignifica y engrandece, tornándolas admiradas por todos, haciéndolas sentirse orgullosas en abastecerse a sí mismas. Viven de forma equivocada las que se lamentan, lloran sus miserias, se rebelan contra todo, porque eso es debilidad del espíritu, es perjudicial a la lucha que tienen que mantener en la Tierra.

Hay mucha gente que permanece en la penuria y se queja de ella sin razón, por no tener voluntad de trabajar, de vencer las dificultades surgidas en el camino de la vida. A esas personas nos cumple incentivar para el trabajo y hacerles sentir la necesidad de también cooperar en la disminución de la miseria en el mundo, porque, para vencer en la vida, es preciso tener ánimo fuerte, voluntad dirigida para el bien, perseverancia en los emprendimientos y, sobretodo, disposición para estudiar y trabajar.

Actualmente, hay crisis económicas, intranquilidades financieras, desajustes sociales. Pero la miseria que se observa no es apenas la resultante de la situación del mundo en el presente, de las incertidumbres que se esparcen entre los pueblos. Hay mucha miseria resultante de la indolencia humana. La falta de principios educativos hace con que el vicio de la pereza alimente el desamor al trabajo, pues educación y disposición al trabajo diario llevan al ser humano a vencer las dificultades por el propio esfuerzo.

Ningún espíritu encarna para ser mendigo o pasar necesidad. Miserias, enfermedades, privaciones que afectan a los individuos son estados transitorios a que están sujetos en este mundo, dificultades que deben ser vencidas en la lucha por la vida. Socorrer al miserable, a la vejez desamparada, a la infancia desvalida, auxiliar a los necesitados, a los que enferman o quedan inválidos, sin tener quien les auxilie o que no puedan trabajar más, es deber de la persona de buenos sentimientos, que no puede ver al semejante pasando necesidad.

Es preciso, si, que se ampare a la infancia y a la vejez, al inválido y al enfermo, pero hay que obligar al niño y al joven a estudiar, al perezoso y al vago a trabajar, para no alimentar vicios que los conservarán indefinidamente en la ignorancia y en la miseria. Esa es la elección que no ha sido hecha.

Nadie puede arrepentirse del esfuerzo realizado para ser o conseguir alguna cosa en la vida, porque todo esfuerzo es coronado de éxito, a veces ni siempre inmediato, es verdad. La actitud de coraje asumida, el trabajo realizado, el vigor empleado, la voluntad puesta en acción incitan al raciocinio, fortalecen el carácter, perfeccionan virtudes que influirán en las futuras campañas emprendidas y concurre para la victoria final.

El Racionalismo Cristiano siempre mostrará la realidad espiritualista, para que mucha gente no se engañe ni se iluda. La espiritualidad propagada por la Doctrina no acepta protección a los vagos, ni admite vicios de ninguna especie. La doctrina racionalista cristiana pugna por personas valerosas, altivas y esclarecidas, que saben lo que son y hacen en este mundo.

Conozcan los principios doctrinarios del Racionalismo Cristiano y todo vencerán al comprenderlos y practicarlos como personas dignas y luchadoras, y serán felices.

 

 

DOCTRINACIÓN DE HUMBERTO RODRIGUES

Muchas personas se preocupan con los problemas humanos, con las diferencias, desigualdades y desequilibrios sociales observados en el mundo afuera.

Por motivos obvios, las ciencias humanas estudian las causas, a la luz de sus teorías, de sus conceptos. Esas personas también observan los actos de violencia, las agresiones y los desatinos cometidos por los semejantes.

De la misma forma, la Justicia analizará y juzgará los hechos, condenando o absolviendo a los causantes. Muchos individuos trillan el atajo del fanatismo religioso, del radicalismo político, empuñando armas para defender sus ideas fijas, procurando hacer una supuesta justicia que creen no existir. En verdad, esos hechos tienen que ser analizados a la luz de la espiritualidad.

Todo comienza por la gran diversidad de niveles de desarrollo espiritual de los seres humanos en el mundo escuela Tierra, planeta de densa atmósfera fluídica, repleta de vibraciones oriundas de sentimientos inferiores, de pensamientos negativos de espíritus encarnados que en el habitan y de desencarnados que vagan por el astral inferior. Eso ocurre porque las personas dejan debilitar su pensamiento y su fuerza de voluntad, se dejan llevar por las ilusiones del mundo físico, al analizar los hechos que observan en la dirección equivocada de la lógica terrena.

Las leyes evolutivas no pueden ser ignoradas, como la ley de causa y efecto, que nunca falla. Nadie puede huir de ella con mentiras o hipocresías, con actos corruptos o privilegios concedidos en cambio de favores.

Siendo así, no juzguen al semejante, pues es el propio espíritu, cuando retoma la conciencia de sí mismo en su mundo de estadio, que evalúa todo lo que hizo cuando encarnado, los aciertos practicados y los errores cometidos, y planifica tantas encarnaciones que fueren necesarias para obtener la evolución que precisa, porque todas las faltas tendrán que ser rescatadas, no hay como huir de ellas.

Entonces, si el sufrimiento golpeare a la puerta, encárenlo de cabeza erguida con valor y coraje. El crecimiento personal es conquistado con pensamientos positivos y por la introspección, al cual permite, a través de la sensibilidad, del raciocinio y de la inteligencia, percibir las causas verdaderas de lo que les acontece,  nunca sintiéndose unos infelices, víctimas del mundo. Nadie es víctima del mundo, sino víctima de sí mismo, de los actos practicados en la presente encarnación o en las anteriores.

¡No pierdan tiempo, mis amigos! Estudien la espiritualidad, estudien las leyes evolutivas que rigen el Universo, estúdiense a sí mismos, porque están en la Tierra para progresar espiritualmente; pero conozcan la realidad dura de la vida que se descortina alrededor. Los desatinos que observan no pueden ser resueltos con pensamientos negativos, con revuelta, odio o rencor.

Solo los sentimientos nobles y los pensamientos elevados podrán realmente mejorar el nivel espiritual de la humanidad. Cada ser humano tiene su contribución a dar, cada uno tiene su parte que hacer en ese contexto.

Todo tiene su razón de ser en este mundo. Por lo tanto, no se rebelen, pues estarán contribuyendo para el fortalecimiento de las corrientes negativas existentes en la atmósfera fluídica de la Tierra. Eleven los pensamientos, irradien por aquellos que se equivocan sin saber de las consecuencias, pues un día despertarán para la espiritualidad. Todos son iguales, todos evolucionan en conjunto, pues nadie está solo en la Tierra. Trabajen por el propio progreso espiritual, trabajen por el bien común, por el bien de la humanidad.

 

Traducido al español por Adelina González Bermúdez