Con disciplina, se pueden superar todas las adversidades
Tener disciplina es fundamental en la vida de los seres humanos. Persona disciplinada no es solamente aquella considerada puntual en los compromisos que asume. Ella también debe ser educada con los semejantes,
tener sentido jerárquico y cumplir las normas establecidas en el medio social en que vive.
El ser humano disciplinado es tranquilo, sereno, fuerte de espíritu. Teniendo estas cualidades, es capaz de enfrentar todo en la vida, porque sabe organizar el tiempo disponible para cumplir con sus obligaciones y otras actividades, actuando con moderación, ponderación, valor y justicia, manteniéndose equidistantes de los extremos que revelan
inestabilidad emocional.
Luego, la persona disciplinada tiene horas ciertas para todo: trabajar, descansar el cuerpo físico y vigorizar el cuerpo fluídico, dedicarse al esparcimiento cultural y al estudio cualitativo, así como hacer auto reflexión, ocasión en que analiza pensamientos, sentimientos y acciones al mirar dentro de sí, eliminando de la personalidad los procedimientos
considerados inadecuados.
El ser humano disciplinado tiene buena asistencia espiritual, pues sabe alejar de sí las correrías, que normalmente lo llevarían a no concentrarse ni raciocinar con claridad sobre problemas a ser enfrentados, cometiendo equivocaciones en la toma buenas decisiones.
Entonces, ¿cómo reducir o mismo evitar las dificultades naturales de la vida, preguntamos? Nuestra respuesta sugiere recomendaciones que pueden ser seguidas con facilidad si hubiere empeño y constancia por parte de las personas, pues es necesario disciplinar los pensamientos y sentimientos, controlar las acciones y ejercitar la voluntad siempre
dirigida para la práctica del bien. Las que proceden de esa forma se tornan espiritualmente fuertes, se alejan de las corrientes vibracionales negativas existentes en la atmósfera fluídica de la Tierra, enfrentan y superan los reveses tan comunes en este plano físico.
Reveses, ¿quién no los tiene? Las adversidades normalmente ocurren por falta de conocimiento, comprensión y cumplimiento de la ley evolutiva de causa y efecto por parte de las personas, porque esa ley trascendente está íntimamente relacionada con las múltiples vivencias de los espíritus en la Tierra mediante la posesión de cuerpos físicos.
Si la Ley de causa y efecto no se sujeta exclusivamente a la existencia en curso de una persona, es también fácil de entender que, si el sufrimiento por el que pasa no tiene motivo aparente que lo justifique, su causa ciertamente ocurrió en algún momento de su trayectoria como espíritu en evolución en vidas pasadas. Sin embargo, esa persona posee
todos los recursos espirituales necesarios, si los pone en práctica con disciplina, para enfrentar y superar cualquier adversidad.
Siendo así, enfrenten y resuelvan los problemas de la vida con natural disciplina. Por tanto, estudien el espiritualismo mediante libros de contenido bien escrito. El Racionalismo Cristiano posee obras literarias con valiosas enseñanzas espiritualistas. La Sede Mundial tiene en su biblioteca un acerbo magnífico y un grupo de personas capacitadas para
orientar a los lectores en lo que fuere necesario al entendimiento de los hechos trascendentes de la vida, pues la lectura de fuentes no confiables perjudica más que auxilia al conocimiento de los fenómenos físicos y psíquicos.
Las ideas místicas, los pensamientos y sentimientos de adoración, la veneración a cosas abstractas, los milagros, las salvaciones y los perdones de fechorías son propios de quien no sabe que el futuro acontece de acuerdo con los actos practicados en el presente por el uso que diere al libre albedrío, sea dirigido para la práctica del bien o para las acciones indignas.
Por lo tanto, abran las puertas de la espiritualidad sin pérdida de tiempo. Predestinaciones divinas o destinos implacables y crueles no existen. Aprovechen la existencia luchando contra los malos hábitos y las imperfecciones, pues la vida no es solo de facilidades y placeres, pero sobre todo de desafíos que deben ser vencidos, para que haya
crecimiento personal a través del esfuerzo diario para eliminar de la personalidad los hábitos perjudiciales a su perfeccionamiento ético y moral.
Traducido al español por Adelina González Bermúdez