Lectura del mes – mayo 2016

DOCTRINACIÓN DE LUIZ DE MATTOS

“Ni todo lo que brilla es oro” es un proverbio bien conocido. Los dichos populares siempre transmiten conocimientos comunes sobre la vida. Individuos que les gustan exhibirse ante otros son considerados vanidosos, perjudican los relacionamientos humanos. Todos deben ser, sencillos, porque la sencillez es virtud que demuestra inteligencia, y la persona inteligente encara la vida con naturalidad, accionando con modestia y valor.

Inteligencia es atributo maestro del espíritu, que orienta a los demás atributos en el proceso de perfeccionamiento evolutivo. Desarrollar la inteligencia debe estar al orden del día de cualquier persona, siempre dirigida para la práctica del bien. Luego, no hay motivo que justifique la existencia de personas vanidosas en este mundo.

Los pretensiosos tarde o temprano caen del pedestal de la vanidad, en que la mayoría de las veces alcanzaron con actitudes arrogantes y desprecio por los más próximos. Cuando la decepción llega, quedan moralmente arrasados, pues la ley de causa y efecto no falla.

El individuo que se enriquece considerablemente, a través del trabajo, cuya fortuna haya sido fundada por su esfuerzo, es premio que recibió por lo que hizo, tiene motivo para enorgullecerse. En caso de herencia, lo fue por cumplimiento de ley normativa de sucesiones testamentarias. Si la persona posee cultura debe emplearla bien, accionando de modo contrario, demuestra precaria evolución espiritual. Intelectualidad y espiritualidad son perfeccionadas de por sí, aunque sean indispensables a la evolución.

Los pretenciosos se tornan antipáticos e intratables en el transcurrir de la convivencia, y no tienen buenos resultados de la vida que llevan. La vanidad conduce a los detentores de esa pésima falla del carácter a la pérdida de la encarnación del espíritu. Las personas deben ser sencillas y comedidas en las actitudes y en los procedimientos, siendo lo que siempre fueron antes del éxito conquistado por mérito personal. Al no ostentar superioridad, revelan espiritualidad desarrollada y preparación intelectual, tornándose respetadas y admiradas en el seno de la colectividad.

No son los individuos que más quieren aparecer los que mayor valor tienen. Se engaña quien piensa así. Los que poseen real valor no hacen cuestión de exhibirse ni de aparecer en la sociedad. La humanidad es muy insensata en ese aspecto, al aceptar y admirar como seres superiores aquellos que proceden de esa forma engañosa. Quien tiene verdaderamente valor no demuestra superioridad, tampoco lo difunde, pues acciona con naturalidad, prudencia y moderación.

Los seres humanos tienen el derecho de ser felices, pero no consideramos felices los que se juzgan muy importantes, que hacen cuestión de aparecer. Son para nosotros personas infelices porque retardan su crecimiento espiritual. Es feliz quien cumple sus obligaciones, viviendo la v ida en su rincón sin preocuparse con lo que puedan pensar y decir de sí. El ser espiritualmente esclarecido tiene la preocupación de cumplir sus deberes de manera digna y dar satisfacción a la propia consciencia.

Es importante que los seres humanos accionen como personas sensatas y equilibradas, poniendo aparte prevenciones y preconceptos improcedentes. Si poseen haberes, deben emplearlos en obras útiles, constructivas, que lleven bienestar para la comunidad a su alrededor. Si no los poseen, precisan vivir de acuerdo con sus posesiones. Todos deben tener vida moderada en cualquier circunstancia, cumplir sus obligaciones de forma honrada, conquistando felicidad la que tienen derecho en este mundo de aprendizaje.

El racionalista cristiano procede de la forma que aconsejamos, sin vanidades y ostentaciones, cosas que agradan a los que viven apenas la vida material de tantos engaños.

Valoricen sus vidas, de acuerdo con lo que son y poseen en términos espirituales y materiales. La Doctrina enseña a las personas a pensar y accionar.

Aprendan, pues las lecciones y póngalas en práctica, para que la paz de espíritu reluzca y revele una persona correcta y feliz.

 

DOCTRINACIÓN DE HUMBERTO RODRIGUES

Cuando el nivel de espiritualidad en la Tierra aumentare, la vida de los seres humanos en el planeta será más tranquila, porque los sentimientos de fraternidad, de igualdad y de bien querer desinteresado entre los pueblos prevalecerán sobre lo que de malo hoy se observa. Para llegar a la situación de bienestar de la humanidad, será preciso que cada individuo haga su parte. El conseguirá mayor grado de evolución por medio del mirar introspectivo, trayendo a la superficie imperfecciones que están en las profundidades de lo íntimo, a fin de eliminarlas. Pero, para eso, debe comenzar por la educación del pensamiento.

Muchos individuos juzgan que los pensamientos son de naturaleza abstracta. Consideran que sus pensamientos permanecen aislados de los pensamientos de las demás personas y que no tienen consecuencias. Sin embargo, ellos se engañan al creer que los pensamientos quedan separados unos de otros, cuando, en realidad, permanecen unidos. Pensamientos son vibraciones del espíritu. Como el sonido y la luz, se propagan en ondas vibratorias por la materia fluídica que envuelve el planeta y quedan en ella registrados. Desde el instante en que son emitidos, los pensamientos pueden ser conocidos por espíritus encarnados y desencarnados con tendencias y sentimientos análogos.

Siempre afirmamos que es el propio ser humano que se protege de la influencia y de los fluidos perniciosos del astral inferior. Al tener pensamientos elevados y sentimientos positivos, se religa a todo momento a las corrientes vibratorias superiores, de ellas recibiendo fluidos benéficos. Espiritualmente fortalecido, estará apto para la lucha por la vida al recibir buenas intuiciones, porque pensamientos negativos jamás lo alcanzan. Como partícula de la Inteligencia Universal consciente de su naturaleza espiritual, no forma polo atractivo para espíritus del astral inferior, repeliendo sus vibraciones maléficas.

Pensamientos y sentimientos de almas afines se relacionan en cuanto perduran los intentos que le dieren motivo. Luego, es importante que sean combatidos, con intenso vigor, los pensamientos negativos y sentimientos inferiores que envuelven la mente de los seres humanos en los abatimientos morales, pues ellos nada contribuyen para el enfrentamiento de injusticias y reveses por ventura sufridos.

Los seres humanos deben comprender los efectos de la fuerza del pensamiento, pues ella es el gran impulso que conduce los emprendimientos, al suceso, o también al fracaso. El espíritu encarna para evolucionar, y no para fracasar al dejarse llevar por influencias negativas.

Quien piensa de forma negativa atrae espíritus en estado perturbativos, pudiendo llegar al desequilibrio síquico con mucha facilidad.

La Fuerza Creadora, con su poder transformador de la Materia, mantiene al Universo regido por leyes evolutivas, a las cuales están sujetos los seres humanos. Es importante que estudien las leyes naturales e inmutables, para que no se tornen víctimas de pensamientos y sentimientos inferiores, tornándose víctimas de sí mismos. Luchar por la evolución a través de la práctica del bien es deber espiritual de todos.

 

Versión al español por Adelina González Bermúdez