Lectura del mes – enero 2016

DOCTRINACIÓN DE LUIZ DE MATTOS

En la vida, todo tiene más valor cuando es hecho con sencillez. La ostentación, la preocupación en sobresalir, colocar en evidencia lo que se hace, son actitudes que desmerecen la obra de quien la ejecutó. Lo importante es trabajar modestamente y en silencio, sin la preocupación de aparecer, que traduce no lolo inteligencia como sensatez. La persona vanidosa, si no fuere hoy, recoge en el mañana frutos ruines del árbol mal plantado, pues la vanidad perjudica la evolución del espíritu.

La vanidad es una ilusión. Ella hace con que los seres humanos practiquen actos censurables, que muestran desorientación espiritual. La vanidad es demostrada frecuentemente en la vida humana, inclusive por muchos que, cumpliendo sus obligaciones, quieren ser notados en el cumplimiento de esos deberes. Condenamos la vanidad pues sabemos que ella desmerece el carácter.

La inteligencia es un atributo espiritual, no pertenece a la materia. Cuando el individuo tiene oportunidad de dar expansión a la inteligencia y su capacidad de concepción es evidenciada por algún hecho, el tendrá mucho más valor si no hubo por parte del autor la preocupación con lo que puedan decir de sí, sino con lo que produjo. El espíritu cuando encarna trae dones que deben ser desarrollados durante la existencia, pero sin vanidad.

El Racionalismo Cristiano aconseja a las personas que trabajen sin hacer alarde de sus creaciones, sin la menor preocupación de querer aparecer. El racionalista cristiano no es vanidoso, pues no se juzga superior a los demás seres. Por el contrario, se siente muy feliz si todos hicieren siempre lo que es correcto.

Los espiritualistas conscientes de sus deberes accionan sin vanidad. Los vanidosos pierden todo el mérito que puedan tener, pues contradicen las leyes evolutivas cuando la vanidad se sobrepone a la modestia. En caso tuviesen conocimiento de la ley evolutiva de causa y efecto, como es el caso de la vanidad y sus consecuencias contrarias a la evolución, no habría lugar para tontas presunciones, que reflejan atraso espiritual.

Entonces, los espiritualistas trabajan con abnegación, simplicidad y sin alarde, cualidades que los vanidosos no tienen y son fáciles de observar en el campo áurico de los presuntuosos. Infelizmente, eso sucede inclusive con personas que frecuentan las casas racionalistas cristianas y se dejan envolver por referencias despreciables ligados al plano físico, siempre contrarios a las influencias benéficas que vienen del campo astral.

Los no presuntuosos caminan por el sendero correcto de la evolución espiritual; mereciendo así, la irradiación amiga del Astral Superior.

 

 

DOCTRINACIÓN DE HUMBERTO RODRIGUES

La vida está llena de momentos felices, algunas veces hasta de euforia, como también es de momentos tristes y de reflexión. Los seres humanos precisan despertar para el lado espiritual del vivir terreno, pero eso se da en el debido tiempo. Gran número de individuos no sabe, no recuerda que son espíritus encarnados que ahora hacen su curso evolutivo en este mundo físico, pues tomaron esa decisión en los mundos de estadio. Esas personas creen que la vida que llevan es la única que existe, es todo para ellas. Entonces, tropiezan aquí, resbalan acullá, maldicen las circunstancias en que se encuentran, maltratan los semejantes con quienes convive, hasta que un día despiertan para la realidad de la vida, generalmente de manera sufrida y dolorosa.

Son felices los seres que consiguen despertar cuanto antes para el sentido espiritual del vivir. Comienzan a adquirir nuevos conocimientos, con los cuales pueden escoger el bien y despreciar el mal. Quien escoge recorrer el lado malo de la vida es porque tiene pensamientos pesimistas, que atraen, en la misma intensidad, pensamientos análogos que vibran en ondas por la atmósfera fluídica de la Tierra. Pero, quien supiere usar el pensamiento dirigido para el bien, para la creatividad, para el amor fraternal al prójimo, y comprender la vida en su aspecto amplio, atraerá corrientes de pensamientos elevados y se beneficiará de esa atracción, porque recorrerá el camino correcto de la evolución espiritual.

Las leyes evolutivas no fallan, como no falla la ley de atracción. Ella está presente en todos los actos de la vida humana. Pensar es atraer, siempre repetimos. Pero, para atraer buenos fluidos, es necesario tener los conocimientos para tal fin. El estudio de la espiritualidad es precioso, enseña al ser humano a vivir en el planeta escuela que es la Tierra una vida constructiva, porque vivir es construir el edificio del carácter.

El ser humano no surge de la nada. El construye su personalidad paulatinamente, pues es espíritu en evolución. El cuerpo físico fenece, porque es materia densa; pero el espíritu es inmaterial, indivisible y eterno. Siendo así, el individuo construye el edificio del carácter con los pilares de atributos y las vigas de las facultades espirituales, que guarda en lo íntimo y va usando y mejorando en cada etapa de la construcción existencial, hasta llegar al tope, que es el nivel de evolución que las condiciones terrenas posibilitan. De ahí en adelante nuevas concepciones serán planificadas por el espíritu en mundos cada vez más adelantados, donde no existen tristezas, sufrimientos, angustias, tan comunes en este planeta escuela, problemas superados por las irradiaciones al Astral Superior, que remueve lo que embota el pensamiento y los sentimientos.

En el momento en que se espiritualiza, el ser humano se ayuda a sí mismo, al semejante y a la humanidad. Se desvincula de las dudas y tristezas, de los sufrimientos, al pavimentar un camino evolutivo mejor, de paz y confianza. Sabe que no anda sólo en su marcha, pues está siempre asistido por las Fuerzas Superiores. Conocedor de los principios y de la disciplina del Racionalismo Cristiano, respeta las leyes evolutivas y es por tanto, un vencedor.

Traducido al español por Adelina González Bermúdez.