Lectura del mes – marzo 2016

El Racionalismo Cristiano enseña a los estudiosos de la Doctrina como conducirse en este mundo denominado Tierra. Infelizmente, solo una pequeña parte de la humanidad sabe que la verdadera vida es la vida del espíritu. Él encarna en cuerpo humano y a través del uso apropiado  de materia densa y de materia fluídica, avanza en su evolución en la circunstancia escogida como la más conveniente al nivel evolutivo conquistado en existencias anteriores en el planeta.

El espíritu, a través del cuerpo fluídico, se liga por movimientos vibratorios al cuerpo físico, utilizando los recursos materiales adecuados a su perfeccionamiento evolutivo en innumerables encarnaciones.

En este mundo de escolaridad, es intensa la batalla diaria por la sobrevivencia, de modo de preservar la planificación que el espíritu hizo en su mundo de estadio. Es necesario tener persistencia, valor y razón, por tanto, método y disciplina en la vida cotidiana, a fin de que todo ande normalmente y nada afecte los ideales evolutivos.

Individuos metódicos y disciplinados accionan con prudencia y calma en los momentos precisos. Es de metodización y disciplina que todos necesitan. Accionar de manera ordenada va al encuentro de lo que el espíritu se propuso hacer al encarnar.

Los seres humanos viven de la manera que les conviene vivir, realizan lo que les agrada realizar, ponen en práctica lo que les interesa poner, de acuerdo con el uso que hagan del libre albedrío.  Honestidad y lealtad son cualidades que concurren decisivamente para que los seres esclarecidos cumplan de forma satisfactoria sus deberes, habiendo tranquilidad espiritual cuando no hay esclavización a los perecederos valores materiales. Acciones de esa naturaleza son de gran valor en la solución de arduos problemas por los que todos pasan.

Cuando no hay honradez y sinceridad en los procedimientos, no puede haber sueño reparador. El sueño tranquilo rehace la vida anímica, proporcionando vigor y belleza al cuerpo físico, pues es el espíritu que da vida a esa admirable obra de la Inteligencia Universal.

El Racionalismo Cristiano ofrece a los estudiosos de la espiritualidad la brújula que orienta la vida real, que es la vida del espíritu. Sus principios doctrinarios reúnen orientaciones esclarecedoras y consejos útiles, que facilitan el vivir terreno de las personas. En posesión de esos conocimientos, estarán aptas a cumplir sus obligaciones, accionando con prudencia, moderación, valor y justicia. Tendrán la suprema satisfacción de sentirse espiritualmente realizados.

Luiz de Mattos

Las personas comparecen a las reuniones públicas de las casas racionalistas cristianas por varias razones, siendo la principal: la normalización del desequilibrio síquico de que muchas son portadoras. Después de pasar por la limpieza síquica, de librarse de la influencia de espíritus desencarnados que las acompañaban y que fueron arrebatados apenas entraron en el recinto, y de oír las orientaciones de los doctrinadores que presiden las reuniones, ellas pasan a comprender su finalidad: tranquilizar a las detentoras de la mala asistencia astral y despertar su raciocinio, tornándolo más claro, para que entiendan los problemas síquicos por el pasan y la forma de superarlos con la práctica de los principios doctrinarios y de su disciplina fortalecedora.

Como bien dicen los doctrinadores que presiden las reuniones públicas, en las casas racionalistas cristianas las personas son incentivadas a resolver sus problemas por sí mismas, clarificando los pensamientos a través de la disciplina de la limpieza síquica en los hogares. Como también es dicho por los doctrinadores, las irradiaciones de limpieza síquica no son para ser mentalizadas de forma petitoria, como si fuesen repetidas e insistentes súplicas a entidades divinas.

Antes de los horarios disciplinarios preestablecidos para la limpieza síquica en los hogares, las personas deben reservar un momento para la autorreflexión, a fin de que sean pensados y evaluados los pro y los contra de los problemas por los cuales pasan. Al prestar atención en el significado de las palabras de las irradiaciones durante los siete minutos de limpieza síquica,  desligándose de personas y de todo lo que sea material, religándose a los mundos superiores de la espiritualidad y recibir efluvios de las Fuerzas Superiores. De esa forma, quedarán espiritualmente fortalecidas y, así, aptas a tener buenas intuiciones, saliendo de las dificultades de forma satisfactorias por iniciativa propia.

Todos los seres humanos, indistintamente, erraron en las encarnaciones pasadas del espíritu y yerran en la presente existencia, porque, si están en el planeta para evolucionar, aun son espiritualmente imperfectos. Los errores que cometen son experiencias de vida que revigorizan al espíritu al ser eliminados del cuerpo fluídico, para que otras faltas sean evitadas.

El esclarecimiento espiritual hace con que el género humano tome consciencia de sí mismo, percibiendo la necesidad de cambiar viejas costumbres, causadoras de los errores que comete en este planeta escuela, donde aprende lecciones de sabiduría a medida que crece con la lucha contra los malos hábitos y las imperfecciones.

En las casas racionalistas cristianas, los asistentes de las reuniones públicas no son engañados con promesas y perdones. Doctrinadores y espíritus del Astral Superior en sus manifestaciones esclarecen que todos son capaces de resolver los propios problemas a medida que se esclarecen reconocen sus defectos y comprenden los errores de los semejantes, identificando lo que precisan cambiar en el comportamiento para bien vivir en sociedad.

Siendo así, hacemos la invitación para que estudien con voluntad de aprender la doctrina racionalista cristiana, porque todos son capaces de mejorar sus vidas a través de la autorreflexión basada en nuestros principios espiritualistas. Mediten sobre esta sugerencia, pues queremos que los frecuentadores de las casas racionalistas cristianas conquisten la felicidad que procuran en este mundo, donde hay tanta diversidad espiritual entre los seres humanos.

Humberto Rodrígues

Traducido al español por Adelina González Bermúdez